miércoles, 30 de julio de 2014

¿es necesaria una reforma del actual sistema electoral? La respuesta es SI ¿pero cual es el mejor?



Cada vez son más los sectores de la población española que consideran necesaria una reforma en profundidad del actual sistema electoral que regula en nuestro país la realización de los distintos comicios a nivel local, autonómico y nacional. Es necesario abordar la corrección de claros déficits de representatividad democrática.

El problema de fondo consiste en que el sistema electoral español funciona desvirtuando gravemente el principio representativo, hasta el punto de que la representatividad del Congreso es, en buena parte, asunto de ficción: convenimos en llamarlo representativo porque la cámara es designada mediante unas elecciones, no porque nos sintamos realmente representados.

Lo que el sistema electoral español permite es que el pueblo elija una vez cada cuatro años (o antes) qué persona o qué partido va a encargarse de gobernar España. Precisamente la preocupación de que las elecciones sirvan para designar un gobierno fue el argumento para adoptar en las primeras elecciones democráticas de junio de 1977 –y mantener luego– la conocida como Ley D’Hondt, que prima a los partidos mayoritarios. Hablando con rigor hay que decir que con el sistema electoral español el pueblo no elige representantes sino gobernantes. 

Claro está que podemos mantener la ficción de que estos gobernantes representan a los ciudadanos y en esta ficción estamos, pero ello comporta una ciudadanía disminuida y una democracia aletargada, pues el pueblo sólo cuenta en el momento de emitir su voto de tiempo en tiempo y además, cuando emite el voto, lo tiene que hacer mediante unos cauces que restringen gravemente las posibilidades de expresión de la voluntad de los ciudadanos en beneficio de la gobernabilidad.

Si bien no existe el sistema electoral perfecto somos muchos los que entendemos que se necesita una modificación de nuestro sistema electoral que aumente la proporcionalidad a la vez que la representatividad del mismo y ello nos obliga a inclinarnos a favor de modelos similares o en la línea del alemán o el holandés. 

A modo de propuesta algunos (muchos) pensamos que un sistema de doble voto tipo alemán puede ser una evolución conveniente de nuestro actual sistema electoral. En dicho sistema, cada elector tiene dos votos en los comicios generales. Mediante el primero se decide entre diversos candidatos directos a una circunscripción unipersonal. Los candidatos elegidos por ese camino ocupan, en principio, la mitad de los escaños del parlamento.

Mediante el segundo voto pueden optar entre las listas nacionales desbloqueadas de los diversos partidos. El así llamado segundo voto es el que decide en principio el porcentaje de escaños que le corresponde a un partido determinado. 

Así, si la lista de un partido obtiene el 30 por ciento de los votos, a ese grupo le corresponden el 30 por ciento de los escaños, incluyendo en el cómputo total a aquellos diputados que hayan sido elegidos directamente en una circunscripción unipersonal. 

De esta forma se garantiza la proximidad del elector con su representante en el primer caso; y la posibilidad del ciudadano a escoger de entre una lista a aquellos diputados nacionales que quiera premiar dentro de un determinado proyecto político, garantizándose al mismo tiempo la proporcionalidad del sistema en su conjunto.


No hay comentarios: